La historia de "Niño bomba" utilizado cruelmente por las FARC

El 25 de marzo de 2010, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) usaron a un menor como explosivo en El Charco, un pueblo de desplazados en el departamento de Nariño.

Heriberto Grueso Estupiñán tenía 11 años y cada día, antes de clase o en sus ratos libres, salía a buscarse unos pesos haciendo mandados y cargando bultos en el puerto. Su ir y venir cotidiano, transportando lo que fuese, con uniforme colegial formaba parte del paisaje callejero de El Charco.

Esa fue la razón por la que los milicianos del Frente 29 lo escogieran para el atentado. Ni siquiera la Policía sospecharía que llevaba una carga mortífera en sus brazos.

Tampoco llamaría la atención que el niño se acercara a la estación, protegida por trincheras, para entregar una colchoneta donde iba escondido el explosivo.

Aquel jueves de marzo, a las tres de la tarde, Heriberto salió de la Institución Educativa El Canal en un recreo para hacer un mandado. "Lleve esta colchoneta a la estación", le dijo un miliciano. Le dio el dinero y Heriberto, según un testigo, se acomodó la mochila a la espalda y el encargo en la cabeza.

Cuando se acercó a los agentes, protegidos por una trinchera, accionaron la bomba y el niño voló por los aires. Nueve civiles y tres policías resultaron heridos.

Tras la fuerte explosión, todo fue gritos, confusión y llantos. Unos vecinos descubrieron horrorizados que entre las víctimas había un niño por sus pequeñas piernas. Fue lo único que quedó del cuerpo; el resto lo desintegró la bomba.

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