Zacatecas entre narco, prostitución y ejecuciones crónica de una noche de fiesta

Valeria, Alexia, Irving, Natalio y Luis hacen su plan de viernes por la noche en la zona de tolerancia de la capital Zacatecas, una enorme área oficialmente aceptada para la práctica de la prostitución y el narcomenudeo.

El grupo se completa con Karla, quien conducía el 12 de febrero un auto rojo, uno de los dos vehículos en que se mueven por la noche. El otro es una vieja camioneta pick up Ford F150 gris oscuro propiedad de Natalio, que es inconfundible por su caja tipo americano, las calcomanías y rines de estrella.

Entran al Beto’s, un sitio en que dos de los muchachos estuvieron la noche anterior, jueves, y, según el testimonio de Karla, vuelven esta noche con la intención de comprar drogas al personal del table dance, uno de los dos o tres lugares que aún funcionan en la zona de tolerancia.

Según Imagen Noticias, con Ciro Gómez Lryva, Natalio dice que está pasado de tragos y sale a dormir en su camioneta estacionada a unos metros de Beto’s.

Los muchachos salen del antro y se distribuyen en los dos vehículos… Karla se sienta frente al volante de su auto y lo prende... Los demás notan la ausencia de Natalio y que su camioneta está abierta.

Aparecen hombres armados... Uno golpea a Karla y la insulta ordenándole que baje, pero ella arranca y mira cómo sus amigos son arrastrados hacia la esquina que forman el Beto’s, una cuartería adyacente utilizada sólo para el descanso de las mujeres, el Hotel Premier, un restaurante para el uso de los trabajadores de la zona y otro antro, también llamado Premier. Gritan por ayuda y, aunque hay algunos otros clientes, nadie se mete. Karla acelera y huye hasta una gasolinería.

El despachador de la gasolinería en la que se detiene Karla confirma la versión de la joven, quien llega a la estación a la 01:40 horas y que a las 2 de la mañana le pide su teléfono para llamar al 911. La escucha relatar el secuestro y, horas después, cuando ya no haya mucho más que hacer, entregará las capturas de pantalla que constatan las llamadas hechas al sistema de emergencias.

El sistema de emergencias 911 es responsabilidad de la Secretaría de Seguridad Pública de Zacatecas. La agresión descrita por la sobreviviente ocurre a 10 minutos de distancia de la sede de la Fiscalía estatal.

La Fiscalía asienta en papel oficial, a propósito del reporte recibido al 911, que la policía preventiva de Guadalupe, municipio conurbado a la capital Zacatecas, se encuentra a Karla. En este documento se asientan no las palabras directas de la víctima, sino de un oficial de la ley manifestando conocimiento del hecho.

“Nos refiere que es la persona que reportó al 911 sobre la privación de la libertad (…) que fueron cinco de sus amigos (…) al momento de salir se aproximan a ellos dos sujetos con armas de fuego largas y hacen que sus amigos desciendan del vehículo”, dijo elemento policial.

Pero la suerte de los muchachos ya está echada y nadie iría por ellos al Hotel Muerte. Valeria fue “sustraída del lugar donde fueron privadas de la libertad y de la vida las demás víctimas” o, dicho de otra manera, la policía pierde la oportunidad de rescatarla con vida del mismo sitio en que la autoridad ya conocía como el del secuestro del grupo y donde ella permaneció durante dos horas antes de salir en un auto blanco al sitio en que morirá.

Entre este momento de la madrugada y las 17:00 horas, de acuerdo con los dictámenes forenses, los sicarios estrangulan con cuerdas y cables a Alexia, Irving, Natalio y Luis, pero no a Valeria, a quien espera una suerte aún peor.

Los muchachos entran al hotel. Sus captores y asesinos los hacen pasar frente algunas habitaciones convertidas unas en el alojamiento de algunas mujeres que bailan de un lado mientras algunos hombres asesinan del otro. Suben al menos una vez las escaleras al segundo piso y, según la investigación, los conducen a la habitación 224, donde los golpean, estrangulan y envuelven con plástico delgado conocido como “playo”.

Doce horas después de que Karla pidió auxilio al 911 y detalló el levantón en la zona de tolerancia, la Fiscalía parte de su sede, a 10 minutos de distancia, al lugar en que, vivos o muertos —los asesinaron entre las 5 de la mañana y las 17 horas de este día—, aún permanecen Alexia, Irving, Natalio y Luis.

La diligencia de búsqueda es encabezada por la misma Fiscalía y apoyada por un teniente coronel del Ejército con 13 elementos en dos unidades artilladas; comisario, subcomisario, dos inspectores y 39 policías de investigación.

Encuentran, adentro de un estacionamiento privado, la inconfundible camioneta de Natalio, pero nadie se interesa en ella y, con los jóvenes aún ahí dentro, aunque ya seguramente muertos, el convoy abandona una escena activa del crimen.

Veintiocho horas después de que Karla pidió auxilio y 12 horas después de que decenas de funcionarios especializados en desaparición de personas peinaron la zona, una cámara de videovigilancia del circuito cerrado del mismo gobierno capta la salida de la Ford de Natalio de la zona de tolerancia con tablas en la batea bajo las que nada parece estar con vida.

Mediante otro reporte ciudadano del 911, la policía encuentra los cadáveres a kilómetros de aquí, en el rancho El Marengo, adentro de la camioneta de Natalio. Los cuatro están bajo las tablas y “emplayados”.

En tanto, el Cuerpo No Identificado número 71 será reclamado por su familia como el de Alexia.

“Qué harían si le matan a una hermana. ¿dónde están los culpables? ¿dónde están las autoridades cuando las necesitan”, dijo Ricardo Ábrego, hermano de Alexia.

“Señor gobernador, señor Presidente, ¡por favor hagan algoooo!”, expresó Laura Ábrego, tía de Alexia.

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